Los hijos del Sol

  • Luis Andrés Pérez
  • mito, Peru

No habia en el principio del mundo comida para un hombre y una mujer que el dios Pachacamac habia creado. Murio de hambre [el hombre] y quedo la mujer sola; que saliendo un dia al campo a sacar las raices de hierbas entre espinas, con que poderse sustentar, alzo los ojos al Sol, y entre abundantes lagrimas y quejosos suspiros, le dijo al Sol asi:

-Amado Creador de todas las cosas, ¿para que me sacaste a la luz del mundo, si habia de ser para matarme con pobreza, y consumirme con hambre? ¡Oh, nunca te acordaras de crearme de la nada, o me acabaras al punto que sali a este mundo, yo sola viva en el mundo, sin sucesion de hijos, pobre, afligida y sola; ¿por que, oh Sol, si nos creaste, nos consumes? ¿Y como, si eres el que repartes luces, muestras ser miserable negandome el sustento? No pareces ser piadoso, pues no te compadeces de los afligidos, y no socorres a los que creaste tan desdichados; permite o que el cielo me mate con un rayo, o la tierra me trague acabando tan trabajosa vida, o socorreme benigno, pues me creaste, Omnipotente.

Estas y otras ternuras y desesperaciones decia afligida al Sol... Oyendo sus lastimas, condolido de sus lagrimas, le dijo palabras amorosas [el dios del Sol], que depusiese el miedo, que esperase descansos, porque ya no seria causa de sus penas la que hasta alli lo habia sido de sus congojas (...). Mandole que continuase en sacar las raices, y ocupada en esto, le infundio sus rayos el Sol, y concibio un hijo que dentro de cuatro dias con gozo grande pario, segura ya de ver sobradas sus venturas, y amontonadas las comidas. Pero salio al contrario, porque el dios Pachacamac, indignado de que al Sol se le diese la adoracion debida a el, y naciese aquel hijo en desprecio suyo, cogio al recien nacido semidios, y sin atender a las defensas y gritos de la madre, que pedia socorros al Sol, padre de aquel hijo, y tambien padre del dios Pachacamac, lo mato despedazando en menudas partes a su hermano...

Pero Pachacamac, porque nadie otra vez se quejase de la providencia de su padre el Sol de que no producia mantenimientos, ni la necesidad obligase a que a otro que el se le diese la suprema adoracion, sembro los dientes del difunto y nacio el maiz; maiz, semilla que se asemeja a los dientes. Sembro las costillas y huesos, nacieron las yucas, raiz que tiene proporcion en lo largo y blanco con los huesos, y las demas frutas de esta Tierra que son raices. De la carne procedieron los pepinos, pacayes y lo restante de sus frutos y arboles, y desde entonces ni conocieron hambre ni lloraron necesidad, debiendole al dios Pachacamac el sustento y la abundancia, continuando de suerte su fertilidad la tierra, que jamas ha tenido con extremo hambres (...).

No se aplaco la madre con estas abundancias, porque en cada fruta tenia un «acordador» del hijo, y un sisal de su agravio; y asi su amor y la venganza la obligaban a clamar al Sol, y a pedir el castigo o el remedio de sus desdichas. Bajo el Sol no poderoso contra el hijo Pachacamac, sino condolido de la mujer que le lastimaba; y preguntandole donde tenia la vid y ombligo del hijo difunto, se lo mostro, y el Sol dandole vida creo de el otro hijo, y se lo entrego a la madre, diciendole:

-Toma y envuelve en mantillas a este hijo que llora, que su nombre es Vichama (otras informaciones dicen es Villama).

Se crio al nino que crecio hermosisimo, hasta ser bello y gallardo mancebo (...).

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